Xbox Series X impresiones del habla hispana

 Xbox Series X saca en claro varias conclusiones, pero una de las más patentes es que Microsoft lleva muchos años preparándose para este salto generacional. Después de un ciclo de máquinas donde con Xbox One no podemos decir que compitieran hasta la llegada del modelo mejorado X (y no lo hicieron de inicio por precio de salida excesivo, por potencia insuficiente y por lastres como Kinect entre otras consideraciones); en esta ocasión sí dan la sensación de estar perfectamente preparados en cuanto a hardware para aspirar a todo.

Así que podemos hablar de una máquina muy silenciosa, sin tendencia al calentamiento y con una estética discreta y nada estridente, ideada para encajar perfectamente en cualquier lugar del salón de casa. Microsoft no quiere un hardware aparatoso que distraiga la atención ni lo más mínimo con su aspecto exterior de lo que de veras es relevante, su imponente interior.

Y el gran lema que han empleado, podríamos decir, es el centrado en la comodidad del usuario. Los 12 teraflops de la máquina, su robusto combo CPU-GPU y lo cuidado de la videoconsola son argumentos de peso, sin embargo por lo que creo que recordaremos a la máquina en el futuro es por haber sido la plataforma que más ha hecho por mejorar la calidad de vida del jugador, y lo hace en infinidad de frentes.

En algunos tan obvios como, por ejemplo, el acelerado de los tiempos de carga que deja en segundos el arranque de juegos que en la anterior generación podían alargarse varios minutos. Es una gozada comprobar cómo se acortan unas esperas que antaño podían ser excesivamente largas, y no solo en cuanto al inicio sino también, por ejemplo, después de sufrir muertes y tener que esperar el checkpoint.

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